El reciente anuncio de Manuel Serrano, alcalde de Albacete, sobre el borrador del presupuesto municipal ha generado una serie de reacciones entre los concejales y la ciudadanía. La presentación, a la que acudieron varios concejales, se basó en resaltar las bondades de las distintas partidas presupuestarias. Sin embargo, muchos ciudadanos se ven obligados a desentrañar un documento extenso y complicado para saber cómo se manejarán sus impuestos. En un ambiente donde los números se adornan con adjetivos que los describen como «sociales», la comunicación entre el alcalde y la ciudadanía parece desviarse de la claridad hacia la ambigüedad.
La situación se complica aún más para Serrano, quien necesita el apoyo de concejales procedentes de VOX para sacar adelante el presupuesto, además de la aprobación de un decreto en el Congreso para liberar fondos estatales adicionales. Es un juego político delicado, donde depende de figuras que han dejado el partido y que podrían no estar alineadas con sus intereses. Esta dependencia del voto ajeno crea una incertidumbre en la gobernabilidad de la ciudad, mientras que la administración presenta un discurso optimista sobre el contenido del presupuesto, cuya viabilidad real está en entredicho.
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