El FC Barcelona, a pesar de su derrota 3-1 contra el Borussia Dortmund en el Signal Iduna Park, logró clasificar a las semifinales de la Liga de Campeones gracias al contundente 4-0 que habían logrado en el partido de ida. No obstante, el encuentro en Alemania levantó alertas dentro del equipo, que mostró un rendimiento por debajo de sus capacidades, con un autogol del central Bensebaini y la polémica decisión que llevó al penalti convertido por Serhou Guirassy, quien anotó un hat-trick. La defensa del Barcelona, que hizo tres cambios por lesiones y rotaciones, se mostró vulnerable, permitiendo tumbos en su juego y un falta de coordinación.
A pesar de los aspectos negativos, el equipo dirigido por Hansi Flick alcanzó las semifinales por primera vez en seis años, lo que podría considerarse una victoria moral frente a los fantasmas del pasado. Sin embargo, la falta de control del balón y errores individuales, como el penalti innecesario cometido por Wojciech Szczesny, plantearon interrogantes sobre la capacidad del equipo para enfrentar a rivales de mayor dificultad en las próximas rondas. Los jugadores y el cuerpo técnico deben aprender de esta experiencia, pues incluso una victoria puede estar acompañada de lecciones que deben ser aplicadas para evitar que este tipo de situaciones se repitan en el camino hacia la final en Múnich.
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