El conflicto en Sudán, que comenzó el 15 de abril de 2023, continúa causando estragos en la población, con estimaciones de muertos que oscilan entre 12.000 y 150.000, aunque se reconoce que la cifra real podría ser mucho mayor. La guerra se desató entre el Ejército y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), que originalmente eran aliados, en lo que refleja una lucha de poder entre sus líderes, Abdelfatá al Burhan y Mohamed Hamdan Dagalo. La contienda ha forzado a más de 15 millones de personas a abandonar sus hogares y ha causado el colapso del sistema de salud, con más del 70 por ciento de los centros médicos fuera de funcionamiento.
En los meses recientes, las FAR lograron capturar Jartum y otras áreas, aunque el Ejército ha recuperado terreno en una contraofensiva lanzada en septiembre de 2024. Pese a este repunte, las negociaciones entre ambos bandos han fracasado, dejando pocas expectativas de una resolución pacífica. Además, la situación humanitaria es crítica, con más de 30 millones de personas necesitadas de asistencia y un alto número de desplazados que buscan refugio en países vecinos. La dificultad para obtener datos concretos sobre víctimas se ve agravada por el colapso de las telecomunicaciones y el sistema sanitario, lo que complica los esfuerzos por documentar la magnitud de la crisis.
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