Se cumplen 25 años desde el estreno de Gran Hermano, un programa que marcó un antes y un después en la televisión española al introducir la telerrealidad. La iniciativa, adaptada de un formato holandés por Telecinco y Zeppelin, reunió a diez desconocidos en una casa vigilada las 24 horas, donde la audiencia ejercía un poder inédito al decidir su destino. El éxito fue abrumador: la primera edición, emitida en 2000, alcanzó una cuota de pantalla del 51,2% y más de 7,7 millones de espectadores, culminando con una final histórica que reunió a 9,1 millones de personas, un hito que permanece en la memoria colectiva.
A lo largo de los años, aunque el formato ha visto mermar su audiencia, continua siendo un fenómeno cultural con 32 ediciones a la fecha. Expertos, como Floren Abad, el productor ejecutivo del programa, reflexionan sobre la evolución de las dinámicas de consumo audiovisual desde su lanzamiento, subrayando la conexión emocional que establece entre los concursantes y la audiencia. Hoy, con múltiples herramientas digitales a disposición, la interacción del público se ha transformado, pero el núcleo del programa —la selección de participantes y sus vivencias— permanece inalterado, reafirmando su impacto en la cultura contemporánea.
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