El sector vinícola se enfrenta a una crisis profunda que no debe pasarse por alto a pesar de las tensiones arancelarias que dominan la atención pública. En 2024, el consumo mundial de vino se estima en 224 millones de hectolitros, lo que representa una disminución del 3,3% en comparación con el año anterior y la cifra más baja desde 1961. Esta caída coincide con una notable reducción en la producción, que alcanzará los 226 millones de hectolitros, un descenso del 5% y el más significativo en seis décadas. Estas estadísticas, presentadas por el director general de la OIV, John Barker, indican que el equilibrio en el mercado se verá comprometido.
A pesar de estas cifras, el sector no debe relajarse, ya que se encuentra en medio de una triple crisis que incluye el cambio climático, las cambiantes preferencias de los consumidores y una inestabilidad geopolítica histórica. Barker destacó la importancia de centrarse en tres áreas clave: desarrollar soluciones de sostenibilidad frente al cambio climático, investigar las nuevas tendencias de consumo y fortalecer el comercio internacional. La urgencia de estas acciones es clara, ya que el futuro de la vinicultura podría estar en juego si no se abordan estas problemáticas esenciales.
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