En un vibrante partido de semifinal de la Champions, el FC Barcelona fue testigo de una montaña rusa emocional y competitiva en el Giuseppe Meazza. A pesar de la juventud y la inexperiencia de su plantilla, el equipo mostró un espíritu combativo, anotando seis goles en dos partidos contra un Inter que había encajado solo cinco en toda la competición. Sin embargo, la estrategia del entrenador Simone Inzaghi resultó efectiva, logrando un 7-6 global que reflejó no solo la intensidad del juego, sino también los errores cruciales de los azulgranas, que evidenciaron la falta de madurez y experiencia en momentos decisivos. La consigna para el segundo tiempo fue clara: evitar repetir los errores de su encuentro anterior en Barcelona, pero el Barça no pudo concretar su superioridad.
El encuentro destacó la actuación de Lamine Yamal, un adolescente que, a pesar de sus 17 años, se enfrentó valientemente a defensores de élite, deslumbrando con su talento y desparpajo. Aunque el joven atacante no logró marcar, sus esfuerzos fueron el reflejo de un equipo en formación, que conjuga momentos de brillantez con lecciones duras. También es relevante el papel del arquero del rival, quien, con contadas intervenciones, demostró la importancia de un guardameta que se mantenga concentrado y decisive en partidos de alta intensidad. Con la inminente final, el destino del Barça y su cuadro juvenil lanzan preguntas sobre su futuro, mientras el Inter se prepara para enfrentar a un PSG que, a pesar de sus altibajos, cuenta con la experiencia de jugadores clave en instancias decisivas.
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