En los vastos campos del Valle Central de California, la tensión se siente palpable. Las políticas migratorias del expresidente Donald Trump han reinstalado un clima de temor entre los jornaleros migrantes indocumentados, obligándolos a empezar sus jornadas con el miedo constante de ser arrestados. Alejandra, una joven madre que trabaja en los campos para sustentar a su hijo, vive con esta incertidumbre diaria. Enfrenta su labor con un temor latente, el mismo que la fuerza a seguir en pie pese a la adversidad. Originaria de Michoacán, donde la violencia del narcotráfico le arrebató a sus hermanos, Alejandra ha encontrado en la agricultura un refugio que ahora se ve amenazado.

El impacto de las redadas migratorias se expande como una sombra sobre la productividad agrícola del estado, que produce más de un tercio de las frutas y verduras del país. Javier, un mayordomo con dos décadas de experiencia, señala una caída en la asistencia de trabajadores, afectando severamente la recolección. Teresa Romero, presidenta de la Unión de Campesinos, aboga por una solución legislativa que otorgue a los jornaleros una «tarjeta azul» para legalizar su estatus. Sin embargo, para Alejandra, Javier y muchos otros, el miedo ya no se percibe como una excepción, sino como parte de su vida cotidiana, marcando cada amanecer y final de jornada entre surcos y esperanzas truncadas.

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