En la jornada de ayer, la esperada novillada de Montealto dejó a muchos aficionados con un sabor agridulce en Albacete. La falta de bravura y casta fue evidente, marcando un contraste con años anteriores. Sin embargo, esta circunstancia también ayudó a que la labor de las cuadrillas resultara más sencilla, aunque con menos espectacularidad. Destacó el trabajo de los picadores, quienes recibieron ovaciones por su pericia y temple. Cristian Romero se llevó las palmas por un magistral puyazo al sexto novillo, llamado ‘Ansioso’, demostrando su destreza y consolidándose como una figura emergente del toreo.
En el tercio de banderillas, los novillos mostraron nobleza, obligando a los lidiadores a acercarse para ejecutar su arte. A pesar de no poder enseñar a embestir debido a las características de los animales, las cuadrillas lograron capotazos precisos y suaves que facilitaron el trabajo final en la plaza. Con destrezas reconocidas, nombres como Fernando Casanova, Víctor Martínez y Juan Sierra lucieron su habilidad en una tarde donde la nobleza de los novillos prevaleció sobre la agresividad esperada. Esta falta de bravura, pese a restar emoción, permitió una lidia fluida y segura para los diestros en el ruedo.
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