La plaza se llenó de expectación para un cartel variado donde los aficionados apreciaron el arte del toreo a través de cinco toros y dos erales de Cubero Pallarés. La tarde comenzó con Molina, quien ofreció una faena elegante y llena de temple, logrando conectar con el público a pesar de las dificultades presentadas por el primer toro. Sin embargo, su actuación fue ensombrecida por problemas con la espada que solo le valieron una ovación. Más tarde, se enfrentó con tenacidad a un complicado cuarto toro que demandó toda su técnica y valor, siendo recompensado con una oreja por su esfuerzo y maestría.

Tristán Barroso se enfrentó a desafíos similares al recibir un toro descastado y noble que no facilitó la faena. A pesar de su entrega, la falta de cooperación del animal impidió que la actuación alcanzara mayores alturas, terminando sin trofeos. Por su parte, el joven Juan Zamora, alumno de la Escuela Taurina de Albacete, demostró gran seguridad y destreza frente a un eral problemático, logrando cortar dos orejas. Cerró la jornada con un novillo que resultó ser de gran calidad, lo que culminó en el indulto del mismo, premiando a Zamora con las dos orejas y el rabo simbólicos por su destacada capacidad para emocionar al tendido con su toreo templado y variado.

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