La celebración en honor al santo mártir atrajo a un numeroso grupo de feligreses y devotos, quienes se congregaron para participar en este emotivo ritual. La procesión, que serpenteó por las calles de la localidad, culminó en un acto especial donde los asistentes pudieron recibir los panes bendecidos, un símbolo de fe y tradición. Este momento culminante fue garantizado por la dedicación de sacerdotes y voluntarios, quienes se encargaron de repartir los panes entre los presentes, reforzando así el sentido comunitario del evento.
El ambiente estuvo impregnado de un fervor religioso palpable, con asistentes que no solo buscaban rendir homenaje al santo, sino también disfrutar de una experiencia que une a la comunidad. La distribución de los panes, que se ha convertido en un elemento fundamental de la celebración, cerró el recorrido de la procesión de manera significativa, dejando en los feligreses un recuerdo duradero de fe y esperanza. Este ritual continúa siendo una tradición valorada que reafirma la identidad espiritual de los participantes en cada edición de la festividad.
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