El conflicto entre China y Taiwán ha cobrado relevancia internacional en medio de tensiones en otras regiones del mundo, al convertirse en un foco potencial de hostilidades en el Indo-Pacífico. Las maniobras militares de Pekín en torno a Taipéi han despertado temores sobre una posible reunificación forzada, que algunos analistas prevén para 2027. Las bases históricas de esta relación conflictiva se encuentran en el siglo XX, cuando tras la Guerra Civil China, el Gobierno del Kuomintang se refugió en Taiwán y se estableció un régimen autónomo, mientras Pekín considera la isla como parte de su territorio.
La política de «una sola China» que promueve Pekín ha llevado a un aislamiento diplomático de Taiwán, mientras que Taipéi, apoyada por Estados Unidos, ha mantenido su sistema democrático y su independencia de facto. Las recientes provocaciones militares por parte de China aumentan la presión sobre Taiwán y han reavivado el nacionalismo en la isla, donde el Partido Democrático Progresista ha crecido en popularidad. La posibilidad de un conflicto armado no solo es una preocupación para las partes involucradas, sino que también podría tener repercusiones significativas en la economía global y en el equilibrio de poder en Asia, especialmente en sectores estratégicos como el de los semiconductores.
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