Una notable crisis de abastecimiento se está viviendo en Albacete tras un apagón general que ha dejado a la ciudad sin electricidad. En un bazar de la calle Batalla del Salado, una cola de veinte personas se extiende en su interior, con clientes armados de linternas, velas, radios y bidones de agua, en un intento frenético de adquirir suministros antes de que se agoten. La dependienta, Wili Chin, y su esposo, Yong, están desbordados por la demanda y han vendido en pocas horas cifras récord de radios y linternas, a la vez que enfrentan la frustración de tener que permanecer en su negocio más allá del horario de cierre debido al caos.
Luis Solera, un cliente que se ha visto obligado a regresar por más velas, comparte su inquietud sobre la situación. A su juicio, el apagón podría estar vinculado a problemas globales, mientras que otros, como Daniel López, especulan sobre ciberataques o rumores sin confirmar, contribuyendo así a un clima de incertidumbre entre los ciudadanos.
La situación se ha agravado en otros comercios, como una gasolinera en la circunvalación de Albacete, donde la dependienta, Amparo Espín, ha tenido que cerrar la puerta y atender a los clientes desde la ventanilla. La histeria entre los consumidores es palpable, ya que muchos intentan llenar sus tanques a pesar de que no hay electricidad suficiente para operar las bombas de gasolina. Amparo informa que, ante la situación, han tenido un aumento significativo en la venta de bombonas de gas, que la gente utiliza para cocinar.
En un bar cercano, Drinks, el camarero Paco Segovia también está experimentando un aumento en las ventas. Con una terraza llena de clientes, Segovia se muestra sorprendido por la dependencia que tienen muchos de ellos de la tecnología. A pesar de la situación, ha logrado facturar más que cualquier otra mañana, pero se preocupa por la posible pérdida de productos perecederos si no se restablece pronto el servicio eléctrico.
Mientras la ciudad intenta adaptarse a esta inesperada crisis, los ciudadanos de Albacete observan el desarrollo de los acontecimientos con preocupación y cierta tensión, en espera de que se resuelva la situación y se restablezca la normalidad.
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