Ramiro López vivió una odisea al tomar un tren con destino a Madrid desde Albacete el 28 de abril, que prometía un viaje de tres horas y terminó extendiéndose por más de 24 horas. La situación se tornó crítica cuando, cerca de la una de la tarde, el tren se detuvo. Sin saberlo, López y los demás pasajeros se verían atrapados a causa de un apagón generalizado que afectó a todo el país. La frustración aumentó con el tiempo, ya que los anunciantes informaron que el restablecimiento de la electricidad podría tardar entre seis y diez horas. A medida que avanzaba la tarde, la desesperación entre los pasajeros creció, llevando a algunos a un estado casi histérico mientras otros agotaban sus reservas de comida y bebida.
Finalmente, tras varias horas de espera, una máquina de remolque logró poner en marcha el tren hacia Madrid, llegando a la estación de Chamartín a las 2:30 de la madrugada. Allí, López se encontró con una multitud de personas que pasaron la noche en condiciones caóticas, mientras distintas organizaciones ofrecían ayuda. A pesar del cansancio y la frustración, López destacó la solidaridad entre los viajeros, quienes compartieron alimentos y apoyaron a los demás. Después de una serie de gestiones, finalmente logró un billete de regreso a Albacete, reflexionando sobre la valentía y la grandeza del pueblo español en tiempos de crisis.
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