Elon Musk ha dejado su puesto en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) tras casi seis meses al frente, un movimiento que coincide con la expiración de su contrato temporal. Desde su llegada, Musk trabajó para reducir drásticamente el gasto federal, pero sus diferencias con la administración de Donald Trump se hicieron evidentes, especialmente en relación con el plan fiscal del presidente, que él catalogó de «abominación repugnante». En su despedida, Trump lo reconoció como «uno de los líderes empresariales más grandes del mundo», mientras que Musk se centrará nuevamente en sus compañías, como Tesla y SpaceX.

Durante su breve gestión, Musk generó polémica con su estilo poco convencional y decisiones controvertidas. Implementó un sistema que exigía a los empleados públicos justificar su permanencia mediante correos detallando logros, lo que provocó rechazo en varios departamentos. Además, es conocido por asistir a eventos oficiales con su hijo X Æ A-12 y por su imagen casual, que contrasta con el protocolo tradicional. Sus gestos en eventos, como convertir la Casa Blanca en una exhibición de Tesla, se suman a su notoriedad. Sin embargo, su crítica más contundente llegó justo antes de dejar el cargo, reflejando un claro distanciamiento de los ideales que inicialmente trató de promover.

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