Corea: Un Conflicto Latente en la Península Dividida


Setenta y cinco años después de la división de la península de Corea, la línea del paralelo 38 sigue siendo una frontera militarizada que encarna una paz incompleta entre el Norte y el Sur. La guerra que comenzó en 1950 concluyó oficialmente con un armisticio en 1953, pero el tratado de paz formal sigue siendo esquivo, dejando a ambos lados de la península en una situación de tregua técnica. A lo largo de las décadas, tensiones y diálogos fallidos han marcado la relación entre Pyongyang y Seúl, con influencias de actores internacionales como Estados Unidos y China, que tienen intereses geopolíticos en el área. En 2018, una breve esperanza de reconciliación resurgió con un encuentro entre Kim Jong-un y Moon Jae-in, quienes discutieron posibilidades de paz y la desnuclearización; sin embargo, el progreso se desvaneció tras el colapso de la cumbre de Hanói en 2019.

Recientemente, el contexto internacional ha añadido nuevas capas de complejidad a la situación con la llegada de Lee Jae-myung a la presidencia de Corea del Sur y la variable influencia de Donald Trump en Washington. Las relaciones entre Seúl y Washington, cruciales tanto por razones de seguridad como económicas, enfrentan un delicado equilibrio. La economía surcoreana, orientada hacia las exportaciones, especialmente hacia Estados Unidos, se ve desafiada por tensiones comerciales y la competencia tecnológica con China. A pesar de que las conversaciones nucleares siguen siendo una cuestión central de la política internacional, el deseo de diálogo parece revivir con señales de un posible encuentro entre Trump y Kim. No obstante, la estabilidad futura sigue siendo incierta en un escenario donde las dinámicas políticas internas de ambas Coreas y sus relaciones internacionales juegan papeles cruciales.

Leer noticia completa en La Tribuna de Albacete.