La Semana Santa es una de las festividades más significativas del calendario cristiano, ya que conmemora la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret, momentos claves en la historia del cristianismo. Este periodo está marcado por rituales que recuerdan el sufrimiento y la redención, comenzando con el Domingo de Ramos, que celebra la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, y culminando en el Domingo de Pascua, momento de su resurrección y salvación. Las tradiciones incluyen procesiones y misas que evocan los últimos días de Cristo, desde su traición hasta su crucifixión y el anuncio de su resurrección.
La historia de la Semana Santa se remonta a la Pascua Judía, y aunque sus raíces se hallan en las primeras comunidades cristianas, el desarrollo de esta celebración ha evolucionado a lo largo de los siglos. El Concilio de Nicea, en 325, estableció la fecha de Pascua, chispando así el inicio de las procesiones que, aunque en sus orígenes eran discretas y se centraban en el traslado de reliquias, han dado paso a un espectáculo grandioso de fe y tradición. A través del tiempo, la Semana Santa ha ganado un nuevo significado, especialmente tras el Concilio Vaticano II, que transformó la conmemoración de un luto riguroso en una celebración de la victoria de Cristo sobre la muerte, consolidando su mensaje central: la liberación del pecado y la esperanza de vida eterna.
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