La Romería del Cristo del Sahúco vivió una jornada intensa marcada por la emoción y la inminente amenaza de una tormenta. A medida que se acercaba el comienzo de la misa, oficiada por el nuevo obispo, Ángel Román Idígoras, el ambiente se tornó más cálido y sofocante, aunque una brisa refrescante alivió rápidamente el bochorno. A las cinco y media, un grupo reducido de andarines se preparaba en la carretera, pero la llegada de un bus cargado de participantes animó a los presentes y generó un ambiente de camaradería entre los corredores.
Mientras los preparativos se intensificaban y la tensión aumentaba con la llegada del Cristo, el cielo se oscurecía, presagiando la tormenta. A las puertas de la misa, los andarines se organizaban en parejas para portar la caja que resguardaría la imagen sagrada durante el recorrido de 15 kilómetros. Con los primeros signos de lluvia, la carrera se convirtió en una contienda contra el clima, con el público alejándose para permitir el paso de los corredores. Finalmente, tras la llegada de los andarines, las risas y el fervor devocional se entrelazaron en una experiencia que, aunque marcada por la inclemencia del tiempo, reafirmó la tradición y la comunidad que rodean este evento.
Leer noticia completa en La Tribuna de Albacete.