El sector agrario en España enfrenta una alarmante crisis, resaltada por la denominada «uberización del campo», que se traduce en una creciente concentración de los medios de producción en manos de grandes corporaciones, dejando de lado a las pequeñas y medianas explotaciones familiares que son vitales para la economía rural. La Unión de Uniones ha señalado que, entre diciembre de 2021 y 2024, el número de empresas agrarias ha disminuido en un 4,8%, junto con una reducción del 4,2% en el empleo del sector, afectando especialmente a las explotaciones sin asalariados y microexplotaciones. A pesar de las promesas de apoyo del Gobierno y la Comisión Europea, la realidad indica que estas pequeñas explotaciones están desapareciendo, lo que lleva a un deterioro de la vida rural.
A la ya complicada situación del sector se suma la reciente propuesta de reducir la jornada laboral a 37,5 horas semanales, que ha sido duramente criticada por organizaciones como ASAJA por no tener en cuenta las especificidades de la agricultura. El presidente de ASAJA, Pedro Barato, advierte que esta medida exacerbará la falta de mano de obra y aumentará los costes laborales, afectando la viabilidad de las explotaciones. A pesar de que algunas organizaciones agrarias están de acuerdo con mejorar las condiciones laborales, insisten en que se necesita una regulación flexible adaptada a las particularidades del sector. La síntesis de esta problemática se refleja en el aumento del desempleo agrario en enero de 2025 y en la caída de la afiliación al Sistema Especial Agrario, lo que subraya un panorama laboral inestable y preocupante para el agro español.
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