La Catedral de Albacete, ubicada en el corazón de la ciudad, se transforma en un importante centro de fe y devoción durante la Semana Santa. Esta emblemática construcción, que se erige sobre los cimientos de la antigua iglesia de San Juan, destaca no sólo por su relevancia religiosa, sino también por sus singularidades arquitectónicas y culturales que la convierten en un símbolo de la identidad albaceteña. A lo largo de su historia, la catedral ha sido objeto de múltiples transformaciones, lo que ha enriquecido su valor histórico y estético, reflejando diversas corrientes artísticas y épocas.
La guía de turismo Amelia González resalta las sorprendentes características de la Catedral de San Juan Bautista, desde la robustez de sus muros hasta el esplendor de su diseño, que incluye columnas jónicas de casi 14 metros y elaboradas bóvedas góticas. El interior presenta una rica variedad de capillas, cada una con su propia historia, como la Capilla del Bautismo y la Capilla de Loreto, que conectan el espacio con la memoria colectiva de la ciudad. Adicionalmente, las pinturas del artista Don Casimiro embellecen el templo con representaciones de momentos históricos y detalles fascinantes, convirtiendo a la catedral no solo en un lugar de culto, sino en un auténtico patrimonio cultural que atrae tanto a fieles como a visitantes durante todo el año.
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