La situación en la Franja de Gaza se ha vuelto insostenible, marcada por una grave crisis humanitaria empeorada por el bloqueo de ayuda por parte del Gobierno israelí de Benjamin Netanyahu. Desde hace dos meses, la población palestina enfrenta una severa escasez de alimentos, medicinas y combustible, lo que ha llevado a informes alarmantes de hambruna y desesperación. Olga Cherevko, portavoz de la ONU, describió escenas chocantes de civiles compitiendo violentamente por el acceso al agua, mientras niños hurgan en la basura buscando materiales para sobrevivir. La quema de plásticos contaminantes para obtener combustible, que ha llenado el aire de humo tóxico, agrava aún más la crisis de salud pública y medioambiental.
En medio de este desolador panorama, Amnistía Internacional ha calificado a Gaza como un «infierno de muerte y destrucción», y la OMS alertó sobre el sufrimiento de dos millones de personas, con toneladas de alimentos bloqueadas a pocos minutos de la frontera. A medida que se intensifican los ataques israelíes, un buque de ayuda humanitaria fue atacado en aguas internacionales, lo que generó condenas de organizaciones y una reiteración de Hamas sobre su disposición a liberar rehenes si se detiene la guerra. La comunidad internacional observa con creciente preocupación la crisis que se desarrolla en la región.
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