El futuro del desarme de Hizbulá en Líbano plantea un delicado desafío al frágil equilibrio del poder en la región. Mientras el presidente Joseph Aoun busca un diálogo pacífico para poner fin a la actividad militar de la milicia, sectores opuestos advierten sobre el riesgo de debilitar la resistencia frente a Israel. Este contexto se agrava por las crecientes presiones de Estados Unidos y Tel Aviv, quienes demandan con urgencia medidas que limiten el armamento a las fuerzas del Estado. La situación se complica, tras más de cuatro meses de alta tensa permuta con Israel, donde el despliegue del Ejército libanés en la frontera, en sustitución de Hizbulá, significa un paso hacia la restricción del poder militar del movimiento chiita.
Sin embargo, el camino hacia el desarme no está exento de riesgos. La historia reciente muestra que cualquier intento de desafiar a Hizbulá ha desencadenado violencia intercomunal, aumentando los temores de una nueva guerra civil. A pesar de los ecos de desarme que resuenan desde hace décadas, el diálogo se presenta como la única vía viable, según los líderes libaneses. En este contexto, Hizbulá continúa operando como un «Estado dentro del Estado», desafiando las políticas del Gobierno, aunque con un arsenal debilitado. La reciente presión estadounidense sobre Líbano también apunta a Irán, un aliado clave de la milicia, sugiriendo que la solución involucra una estrategia más amplia en la región.
Leer noticia completa en La Tribuna de Albacete.