El Papa Francisco hizo su aparición en la Plaza de San Pedro al final de la misa del Domingo de Ramos, donde deseó a los fieles una «buena Semana Santa». Su voz sonó más clara que la semana anterior, y se presentó sin cánulas nasales, aunque se desplazó en silla de ruedas. A pesar de su ausencia en la misa, que fue presidida por el cardenal Leonardo Sandri, el Pontífice envió un mensaje alentador a la congregación, instando a extender la mano a aquellos que sufren y a llevar no solo sus propias cruces, sino también las de quienes se encuentran en momentos de dificultad.
En un texto leído por Sandri, el Papa destacó la importancia de la compasión, utilizando la figura de Simón de Cirene como ejemplo de solidaridad. Francisco subrayó que la pasión de Jesús se convierte en compasión cuando ayudamos a quienes ya no pueden más. Esta reflexión invita a los fieles a empatizar con el sufrimiento ajeno durante la Semana Santa, creando un llamado a la acción en la comunidad cristiana para fortalecer los lazos de apoyo y ayuda mutua en tiempos de adversidad.
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