El reciente debate político en Castilla-La Mancha ha desnudado las tensiones intra y entre partidos ante la negociación del Estatuto de Autonomía. La llamada “enmienda 41” ha generado controversia al desmarcarse el Partido Popular de un acuerdo previo, planteando que no es el momento de ampliar el número de diputados, a pesar de haberlo aceptado antes. Este “politiqueo”, definido como el arte de desacreditar y confrontar cualquier idea del adversario sin una base racional, ha llevado a un acuerdo moderado: se aumentará el número de parlamentarios a un máximo de 55, pero se blindarán cambios en la ley electoral, lo que parece una victoria narrativa para el PP.
Mientras ambos partidos luchan por mantener su terreno, la redistribución de escaños también juega un papel crucial. Albacete perderá un escaño a favor de Guadalajara, creando un nuevo equilibrio que podría favorecer al PP, especialmente en un contexto marcado por el desgaste del gobierno actual. Con la reforma del Estatuto casi lista para ser presentada, queda la esperanza de que este proceso sirva para apartar el politiqueo y centrarse en una política más constructiva y menos partidista en la región.
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