El gabinete de seguridad de Israel ha aprobado la expansión de sus operaciones militares en Gaza, así como un plan para reanudar el acceso a la ayuda humanitaria, interrumpido desde el 2 de marzo. Esta estrategia busca aumentar la presión sobre Hamás, que ha dejado más de 52,200 muertos en el enclave desde octubre de 2023. A pesar del compromiso con derechos humanos, surgieron diferencias entre ministros, especialmente con el ultranacionalista Itamar Ben Gvir, quien se opone a permitir la entrada de alimentos y medicinas, argumentando que los recursos deben ser destruidos.
Las operaciones abarcan la ocupación de más territorios dentro de Gaza y el desplazamiento de su población hacia el sur, donde el ejército ya controla gran parte del área. Esta situación ha llevado a una aguda crisis humanitaria, con al menos 54 muertes por desnutrición, la mayoría de ellas niños. Críticas a la intervención militar apuntan que estas operaciones no solo buscan la seguridad de Israel, sino también fortalecer el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu, en medio de una creciente presión interna y externa hacia un alto el fuego.
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