La situación en Gaza se ha vuelto crítica, con la población enfrentando una severa crisis alimentaria. La agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) ha denunciado que el bloqueo israelí, vigente desde hace más de cuatro meses, ha puesto en peligro la vida de un millón de niños. La UNRWA cuenta con suficientes alimentos al otro lado de la frontera para alimentar a los 2,1 millones de gazatíes, pero las restricciones impuestas por Israel han dificultado su entrada. Desde marzo, solo unos pocos camiones han logrado cruzar, mayormente con harina, y esos suministros a menudo son saqueados. La instalación de centros de distribución militarizados ha intensificado la crisis, con más de 900 palestinos fallecidos cerca de estas instalaciones.
Con la escasez de productos básicos y frescos, organizaciones como Rahma Worldwide han alertado que más de un millón de palestinos podrían enfrentar inanición. En el hospital de Naser, al sur de Gaza, se reportan casos alarmantes de familias que recurren a beber agua con sal para aliviar el hambre, con un creciente número de personas llegando a las emergencias en estado crítico. En las últimas 48 horas, han muerto al menos tres bebés y un niño por desnutrición, el más pequeño de apenas 35 días de vida. Las escenas en los hospitales reflejan una afluencia sin precedentes de personas exhaustas, incapaces de moverse por el prolongado hambre, mientras la comunidad internacional sigue de cerca esta crisis humanitaria.
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