María Moliner es recordada como una figura emblemática en la historia de la lengua española, cuya vida se convirtió en una verdadera búsqueda literaria. Nacida hace 125 años, Moliner se destacó en la década de 1920 como filóloga y lexicóloga, logrando ser una de las pocas mujeres en ingresar al Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, además de enseñar en la Universidad de Murcia durante el régimen de Primo de Rivera. Sin embargo, tras la Guerra Civil, su carrera sufrió un severo revés cuando fue relegada y degradada, lo que la impulsó a emprender la monumental tarea de escribir el que muchos consideran el mejor diccionario de la lengua española: el Diccionario del Uso del Español. Este ambicioso proyecto, que comenzó como un pequeño manual en 1952, le llevó 15 años y culminó en 1966 con una obra de 3,000 páginas que no solo incluía definiciones y sinónimos, sino que también anticipó usos léxicos y aportó importantes criterios gramaticales.
A pesar de su notable trayectoria, la vida de Moliner estuvo marcada por el rechazo de la Real Academia Española en su propuesta de ingreso en 1972, que hubiera representado la primera inclusión femenina en la institución. Tras este incidente, la RAE quiso rectificar al otorgarle el Premio Lorenzo Nieto López, galardón que Moliner rechazó por considerar insuficiente el reconocimiento. No fue sino hasta 1979 que la Academia permitió la entrada de mujeres, momento que la escritora Carmen Conde aprovechó para señalar la injusticia sufrida por Moliner. Recientemente, el autor argentino Andrés Neuman ha explorado la vida de esta formidable intelectual en su obra «Hasta que empieza a brillar», basada en hechos documentados que se entrelazan con una recreación literaria de su vida y sus esfuerzos por construir un legado lingüístico del que se siente digno cada hispanohablante.
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