Pedro Sánchez ha reaccionado con rapidez ante los nuevos aranceles impuestos por la administración de Donald Trump, anunciando un plan de ayudas diseñado para mitigar el impacto en la economía española. En un discurso cuidadosamente preparado, el presidente español se presentó como un líder que tiene la situación bajo control, a pesar de la creciente presión ejercida por la corrupción y los desafíos políticos que enfrenta su gobierno. Sánchez, cuya popularidad se ha visto debilitada y depende en gran medida de Sumar, busca capitalizar esta crisis para intentar una remontada en las encuestas, mientras la amenaza de una colaboración entre Junts y el PP lo persigue.
En medio de un escenario internacional incierto, donde las tensiones comerciales se intensifican y la política interna muestra signos de crispación, el presidente ha empezado a acercarse al PP para buscar un consenso sobre las medidas a adoptar frente a los altos aranceles y el gasto en defensa. Este cambio en la estrategia se percibe como una necesidad vital para proteger el tejido empresarial y comercial español. Sin embargo, las diferencias entre Sánchez y Feijóo persisten, y la falta de diálogo en el pasado ha dificultado una respuesta unificada ante la crisis que amenaza con afectar seriamente a la economía de la nación.
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