La política española se encuentra en un estado de tensión tras la filtración de mensajes entre Pedro Sánchez y el exministro José Luis Ábalos. Figuras clave como Javier Lambán, presidente de Aragón, y Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, han externado su descontento con el tono controlador del presidente del Gobierno. Lambán ha revelado que Sánchez le llamó en varias ocasiones para reprenderle por sus opiniones, describiendo las conversaciones como marcadas por la ira. A su vez, García-Page, quien criticó al Gobierno por sus acuerdos con Bildu, admitió que aunque no recibió llamadas directas de advertencia, sí hubo intercambios de mensajes tensos.
Esta controversia se intensifica en un contexto donde el PSOE y el PP están en desacuerdo sobre el impacto de los mensajes filtrados. Mientras Ferraz minimiza su relevancia, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, señala que la preocupación por estos intercambios revela una falta de atención a problemas más graves, como la situación energética del país. Los socios de la coalición también han entrado en la refriega, con Sumar exigiendo una investigación y Podemos pidiendo cuentas a Sánchez por lo que consideran una desinformación inaceptable. La crisis parece profundizar las divisiones internas y las tensiones en el panorama político.
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