Un reciente estudio revela que una gran parte de los jugadores de videojuegos no se siente identificada con los estereotipos tradicionales que suelen asociarse a este sector. Según los datos recopilados, muchos de estos jugadores son adultos que llevan vidas activas, comparten responsabilidades laborales, familiares y mantienen una vida social activa, desafiando así la imagen común del gamer encerrado en su habitación.
La investigación destaca que el perfil del jugador moderno es significativamente más diverso y maduro de lo que habitualmente se percibe. Este cambio en la demografía de los jugadores subraya la necesidad de reconsiderar las narrativas que rodean a esta forma de entretenimiento, mostrando que los videojuegos son ahora una actividad disfrutada por personas de diferentes edades y estilos de vida, muy alejados del estereotipo del joven solitario.
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