Malcolm X, nacido Malcolm Little en 1925 en Omaha, se convirtió en una figura emblemática de la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos en EE. UU. A lo largo de su vida, el activista pasó de ser un joven marcado por la tragedia familiar y la adversidad a un ferviente defensor de la negritud, abogando por la separación racial y el regreso a África. Su activismo tomó un giro decisivo mientras estuvo en prisión, donde se unió a la Nación del Islam, adoptando la X para simbolizar su identidad robada. Al salir de la cárcel en 1952, rápidamente se transformó en una voz poderosa que confrontaba la tradicional resistencia no violenta de figuras como Martin Luther King.
A medida que avanzaban los años 60, Malcolm X experimentó un cambio en su ideología tras un viaje a La Meca, donde se dio cuenta de la posibilidad de una comunidad multirracial entre musulmanes. Sin embargo, esta evolución no la vio con buenos ojos ningún sector. La tensión con su antiguo grupo, la Nación del Islam, culminó en su asesinato en 1965, justo cuando su legado comenzaba a influir en una generación global de líderes antiimperialistas. Su vida fue abruptamente interrumpida a los 39 años, pero su impacto perdura como símbolo de resistencia y lucha por la justicia racial.
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