La novillada reciente en Las Ventas dejó una sensación de descontento entre los aficionados, especialmente por la actuación de Manuel Caballero. Con un primer utrero de la ganadería Sánchez Herrero, Caballero mostró sus habilidades de forma técnica, aunque el toro, carente de entrega y casta, complicó su desempeño. A pesar de un toreo con sutileza y temple, la falta de fuerza del animal dificultó una conexión efectiva con el público. La tarde transcurrió con Caballero lidiando con condiciones adversas, donde la falta de carisma y alma en su toreo se hicieron evidentes, generando dudas sobre su futuro en el coso madrileño.
El resto de los novilleros, Álvaro de Chinchón y Miguel Andrades, tampoco lograron levantar el ánimo de los presentes. Chinchón se vio opacado por un sobrero ineficaz y su propia falta de brillo, mientras que Andrades, con su estilo poco ortodoxo, estuvo más centrado en la estética que en la solidez de su lidia. Sus errores, especialmente a la hora de matar, fueron criticados, dejando una sensación general de que este festejo fue uno más para olvidar en una plaza que lucha por mantener su relevancia. Las expectativas de los aficionados se vieron frustradas en una tarde donde la emoción brilló por su ausencia.
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