El teniente general ruso Yaroslav Moskalik, subjefe del mando de operaciones del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, perdió la vida el viernes en un atentado con coche bomba en Moscú. La explosión ocurrió mientras se acercaba a un Volkswagen Golf frente a su residencia, lo que dejó claro el carácter premeditado del ataque. Las autoridades rusas han iniciado una investigación penal por asesinato y tenencia ilegal de explosivos, identificando el uso de un artefacto explosivo que se detonó de manera remota. Según informes, el coche pertenecía a un ciudadano ucraniano, sugiriendo la posible conexión del atentado con las tensiones entre Ucrania y Rusia.
El incidente ha puesto de relieve las preocupaciones sobre la seguridad de los altos mandos militares rusos, especialmente a la luz de un ataque similar que resultó en la muerte de otro teniente general en diciembre. La portavoz de Exteriores de Rusia ha calificado el ataque como un «atentado terrorista», y el presidente Vladímir Putin destacó la necesidad de mejorar la vigilancia del servicio de seguridad tras estos incidentes. Medios locales han informado que la explosión causó daños considerablemente, afectando no solo al vehículo del general de 59 años, sino también a coches y edificios cercanos. Mientras las autoridades continúan investigando el atentado, la situación sugiere un deterioro de la seguridad para los altos funcionarios, exacerbará la dinámica del conflicto en Ucrania y sus implicaciones para la política interna de Rusia.
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