Un nuevo terremoto de magnitud 5,2 sacudió este martes el este de Afganistán, añadiendo más angustia a una región ya devastada donde el pasado domingo un sismo dejó más de 1.400 muertos y más de 3.100 heridos. El epicentro del reciente temblor se ubicó a 34 kilómetros al noreste de Jalalabad, en la provincia de Nangarhar, afectando gravemente áreas previamente golpeadas en Kunar. Las operaciones de rescate enfrentan desafíos, con muchas zonas aisladas y de difícil acceso. Según el portavoz talibán Hamdullah Fitrat, se han desplegado fuerzas comando para evacuar a los heridos de entre los escombros, mientras se establece un campamento para coordinar la entrega de ayuda y suministros esenciales.
La situación es alarmante en áreas como el valle de Dewagal, donde los heridos continúan atrapados bajo los escombros. Residentes locales, como Sultan Mohammad, describen un panorama desesperante, con personas caminando durante horas para acceder a las aldeas afectadas, llevando consigo herramientas rudimentarias y alimentos para auxiliar a los más necesitados. Equipos médicos voluntarios de Kabul, como el liderado por el doctor Reza Mohammad, han montado clínicas móviles para atender a los heridos. En las cercanías del desfiladero de Andar Lachal, Abdul Majeed, un residente afectado, relató el dolor de haber perdido a su esposa y tres hijos en el sismo inicial, mientras su única hija sobreviviente lucha por recuperarse en Jalalabad. La tragedia, marcada por el aislamiento y la falta de apoyo inmediato, refleja las duras condiciones que enfrentan los sobrevivientes.
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