La reciente Conferencia de Presidentes ha dejado a muchos mandatarios, incluido Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, con un sabor agridulce. García-Page expresó su «profunda decepción» ante la falta de acuerdos concretos entre el Gobierno central y las comunidades autónomas, centrando su crítica en la cuestión de la financiación autonómica. Según el presidente, la reforma del sistema de financiación es esencial para asegurar los servicios públicos y desconcertó al no haber un borrador previo que facilite el debate, como se prometió en la pasada Conferencia en Cantabria.
García-Page subrayó la importancia de una distribución equitativa de la riqueza nacional, rechazando cualquier forma de privilegio o cupo para determinados territorios. Argumentó que el financiamiento debe reflejar la realidad de que los recursos provienen de ciudadanos y empresas que contribuyen con sus impuestos. También denunció que la dilación del Estado en abordar esta reforma ha resultado en un desfase que beneficia al Gobierno central, mientras que las autonomías asumen un mayor costo. Finalmente, advirtió que cualquier propuesta de inversión debe estar respaldada por la financiación correspondiente para evitar que se convierta en meras promesas vacías.
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