Durante siglos, la literatura escrita por mujeres ha permanecido en la sombra, relegada al olvido y el anonimato. A menudo, sus voces se ocultaron tras pseudónimos masculinos, diarios íntimos o cartas, impidiendo su inclusión en las antologías y círculos literarios dominados por hombres. Escritoras como Sylvia Plath y Elena Fortún son ejemplos emblemáticos de esta exclusión, con obras que sólo fueron reconocidas póstumamente o que jamás llegaron a publicarse en vida. Este fenómeno ha revelado cómo los temas considerados ‘menores’, como la maternidad o el deseo, han sido objeto de desdén. La crítica Laura Freixas apunta a la lucha histórica por el reconocimiento literario, donde las mujeres han tenido que superar barreras socio-culturales significativas.
El activismo feminista ha desempeñado un papel crucial en el rescate de estas autoras olvidadas. Según Freixas, figuras como Virginia Woolf han sido pioneras al abordar la relación entre el entorno social y la producción literaria femenina. A pesar de los avances, las cifras siguen señalando una profunda inequidad en la publicación de obras: aproximadamente el 60% de los libros son escritos por hombres. Rosa Montero enfatiza que aún queda un largo camino por recorrer para lograr una igualdad real en el ámbito literario. Tal como afirma, muchas voces femeninas históricas han quedado enterradas en el olvido, lo que subraya la importancia de seguir desenterrando y reivindicando su contribución a las letras.
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