Desde la localidad de Motilla del Acequión, un ciudadano expresa su preocupación por la falta de atención de las autoridades hacia su comunidad, acompañada de una reflexión sobre la separación entre la política y la religión. Asegura que, aunque el artículo 16 de la Constitución Española establece la libertad religiosa y el carácter aconfesional del Estado, existe una presión social que parece obligar a los funcionarios a participar en eventos religiosos, especialmente los vinculados a la fe católica, que es mayoritaria en España. Esta situación, sostiene, pasa por alto a aquellos que no profesan ninguna religión o que eligen no participar en tales actos.
El autor aboga por una mejor gestión de los recursos públicos en el contexto de celebraciones como la Semana Santa, sugiriendo que, aunque es fundamental garantizar la seguridad durante estos eventos, la valoración del desempeño de los funcionarios no debería depender de su asistencia a ceremonias religiosas. En su opinión, la crítica a la ausencia de un alcalde en un acto religioso desafía los principios de un estado aconfesional y la pluralidad de creencias, destacando que la laicidad debe ser la base de un entorno donde todos tengan su lugar. La reflexión concluye instando a que la evaluación del gobierno local se enfoque en sus acciones y no en su presencia o ausencia en actividades religiosas.
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