La ‘zona cero’ de las trombas de agua en Letur, que dejó a su paso un paisaje devastador, ha sido escenario de una recuperación lenta y dolorosa en los últimos días. Este lugar, accesible solo para los equipos de emergencia, se ha transformado en un mar de barro, escombros y recuerdos perdidos. Allí, las ruinas de dos casas, una vez hogar de familias, ahora solo son un esqueleto de paredes desnudas, signadas por la fuerza del agua que arrasó el entorno. Ramas, colchones y otros objetos personales emergen del lodo, evocando la memoria de lo que solía ser un barrio vibrante.
Mientras las máquinas trabajan incansablemente para limpiar el desastre, los habitantes exhiben una tenacidad palpable. Luis, un carpintero local, comenta cómo, a pesar de la tragedia, la comunidad sigue adelante, con miedo a posibles robos, y llamados para asegurar las casas. Las familias como la de Herminio y Mariana enfrentan la devastación con resignación y determinación, compartiendo la historia de su hogar, salvado en buena parte gracias a su sólida construcción. El eco de los sollozos se mezcla con la esperanza de que, con el tiempo, el pueblo se recupere y no caiga en el olvido.
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