En la última década, las smart TVs han evolucionado de simples pantallas a sofisticados centros de entretenimiento capaces de conectarse a diversas plataformas de streaming y dispositivos inteligentes. Sin embargo, la complejidad técnica también ha llevado a un aumento en la frecuencia de fallos, lo que genera un dilema para los usuarios: ¿es mejor reparar o reemplazar el televisor? Esta decisión no solo impacta el bolsillo del consumidor, sino que también tiene consecuencias ambientales, en un contexto donde la gestión de residuos electrónicos es cada vez más crítica.
El proceso de decisiones inicia con la elección de la marca y modelo del televisor, ya que no todos los fabricantes favorecen la reparación. Reemplazar un televisor puede parecer atractivo, pero la opción de reparación puede ser viable, especialmente si el costo de la misma es inferior al 50% del valor de un modelo nuevo. Además, la edad del dispositivo y el tipo de avería juegan roles fundamentales en esta evaluación. Con el marco legal vigente en España que amplía garantías y obliga a los fabricantes a mantener repuestos, los consumidores tienen mayores posibilidades de extender la vida útil de sus dispositivos, contribuyendo así a la sostenibilidad ambiental.
Leer noticia completa en Albacete abierto.