El pastor Restituto Jiménez guía a su rebaño de cabras blancas celtibéricas en la Sierra del Segura, una raza autóctona que resalta por su adaptación a terrenos abruptos y clima extremo. Acompañado por el sonido de cencerros, Restituto comparte su profunda conexión con este animal, que él considera una «joya». A lo largo de los años, la población de estas cabras ha disminuido dramáticamente, alcanzando el riesgo de extinción en el siglo XX debido a la migración masiva de ganaderos hacia las ciudades en busca de mejores oportunidades laborales.
En 1995, Restituto regresó al pueblo con el objetivo de revitalizar la raza, fundando la Asociación de Ganaderos Criadores de la Raza Caprina Blanca Celtibérica (AGRACE). Tras un arduo trabajo con la colaboración de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, la pureza genética de estas cabras ha aumentado del 60% al 90%. Actualmente, la población de cabras blancas celtibéricas ronda las 10,000, lo que representa no solo un patrimonio cultural y agrícola, sino también un impulso para la economía local, al fomentar un renovado interés por el pastoreo y las tradiciones rurales.
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