Las elecciones parlamentarias en Rumanía, celebradas este domingo, se desarrollan en un contexto marcado por la reciente victoria del candidato nacionalista prorruso, Calin Georgescu, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. La sorprendente victoria de Georgescu ha planteado interrogantes sobre la legitimidad del proceso electoral, especialmente tras una decisión del Tribunal Constitucional que ordenó un recuento de votos por irregularidades en el conteo. Este escenario ha amplificado las tensiones políticas, con sondeos que indican un apoyo creciente hacia partidos euroescépticos, lo que podría alterar el equilibrio tradicional de poder en el país.
Los pronósticos electorales sugieren un panorama incierto para el Partido Socialdemócrata (PSD), que, tras alcanzar su punto más bajo en los recientes comicios presidenciales, podría quedar relegado a la segunda posición, justo detrás de la Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR). En este contexto, la actual fragmentación en el ámbito político rumano podría dar lugar a alianzas inesperadas y complicadas entre los distintos grupos, mientras que la presidenta moldava, Maia Sandu, ha instado a los rumanos a mantener la desconfianza hacia los movimientos que promueven una mayor cercanía con Rusia. La elección de este domingo no solo definirá la composición del Parlamento, sino que también sentará las bases para el futuro del país en el marco europeo y su acercamiento a la OTAN.
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