La situación en la Franja de Gaza ha llevado al primer ministro británico, Keir Starmer, a calificarla como «terrible e intolerable». Durante una reciente sesión en la Cámara de los Comunes, Starmer felicitó la decisión de incrementar la presión sobre Israel, incluyendo la posibilidad de imponer sanciones, debido a la agresiva ofensiva militar y los obstáculos a la entrega de ayuda humanitaria. El líder del laborismo reafirmó la oposición de su gobierno a la expansión de actividades militares israelíes y a la restricción de la asistencia necesaria para la población afectada.
En el mismo contexto, el secretario de Estado de Exteriores, Hamish Falconer, cuestionó en el Parlamento el «injustificable bloqueo» a la ayuda, sugiriendo que la ONU debería tomar el mando de su distribución en lugar de una fundación asignada por Israel. Falconer condenó los incidentes que han resultado en la muerte de civiles palestinos durante las entregas de asistencia y se unió a la petición de un aumento en el flujo de suministros esenciales, así como la liberación de rehenes.
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