El debate sobre la integración de dispositivos digitales en las aulas revierte con fuerza, ante la necesidad de evaluar su impacto en el aprendizaje de los estudiantes. Si bien la digitalización promete beneficios, un número creciente de expertos advierte que el uso excesivo de tecnología, como las tablets, no ha demostrado mejoras significativas en el rendimiento académico, incluso sugiriendo que puede dificultar la atención y la interacción directa con los docentes. Investigadores como Ismael Sanz y Lucía Gorjón respaldan esta postura con datos que indican que un uso frecuente de estos dispositivos repercute negativamente en matemáticas, sugiriendo que la limitación de su empleo podría ser más beneficiosa.
Asimismo, la cuestión sobre la edad apropiada para la implementación de estas tecnologías también es objeto de controversia. Muchos profesionales abogan por una introducción gradual en la educación secundaria, mientras que otros, como Paula San Pedro, enfatizan la necesidad de evitar cualquier exposición a pantallas antes de los seis años. Expertos en pedagogía, como Antonio Barbeito, sugieren que el aprendizaje más efectivo se da sin la mediación de dispositivos digitales, ya que se favorece el desarrollo cognitivo y social sin ellos. En este contexto, se establece la necesidad de una conversación pedagógica continua entre profesores, alumnos y familias sobre los beneficios y riesgos asociados a las tecnologías en el entorno escolar.
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