Las Fuerzas Armadas de Ucrania han llevado a cabo un ataque con misiles de largo alcance Storm Shadow, de fabricación británica, sobre territorio ruso. Esta acción se produce después de que Estados Unidos autorizara a Kiev el uso de estos proyectiles, marcando una escalada significativa en el conflicto. El ataque responde a la reciente movilización de más de 10,000 soldados norcoreanos en la frontera rusa, un movimiento que ha elevado las tensiones en la región. Aunque los ministros de Defensa de ambos países han evitado proporcionar detalles específicos sobre el ataque, han dejado claro que Ucrania tiene la capacidad de responder a las amenazas.
Por su parte, el Kremlin ha reaccionado con preocupación ante la autorización estadounidense para que Ucrania utilice misiles de largo alcance y ha advertido que esta decisión podría desencadenar una nueva fase en el conflicto. En un contexto de creciente tensión, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha modificado la doctrina nuclear del país, ampliando las condiciones bajo las cuales Moscú se reserva el derecho a responder militarmente. Esta situación refleja el deterioro continuo de las relaciones entre Occidente y Rusia y plantea dudas sobre las posibles implicaciones de futuros desarrollos en el conflicto.
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