El Louvre, el museo más visitado del mundo, comenzó el 2025 con grandes aspiraciones de renovación, impulsadas por un plan masivo de reformas anunciado por el presidente Emmanuel Macron. Este plan contemplaba mejoras cruciales, como una nueva entrada y una sala independiente para La Gioconda, en respuesta a preocupaciones sobre la «obsolescencia inquietante» de sus instalaciones. Sin embargo, los sueños de renovación rápidamente se convirtieron en pesadilla tras el espectacular robo de octubre, cuando un comando de cuatro ladrones, en apenas ocho minutos, logró hacerse con nueve tesoros de la Galería de Apolo. La seguridad del museo, aunque operativa, se mostró insuficiente, revelando fallas críticas que impidieron evitar el asalto.
Tras el robo, el Louvre enfrentó un duro golpe a su prestigio, acentuado por problemas estructurales significativos que ya habían generado alarma. La presidenta del museo, Laurence des Cars, advirtió sobre la fragilidad de las infraestructuras y el desbalance en la afluencia de visitantes. A esto se sumaron problemas como el cierre preventivo de una galería de antigüedades griegas por la fragilidad de sus vigas y una inundación en la biblioteca de antigüedades egipcias. En medio de esta crisis, los trabajadores iniciaron una huelga indefinida, que solo se resolvió tras una semana de cierre. El conjunto de incidentes ha dejado en evidencia la necesidad urgente de reformas y ha puesto en entredicho la imagen del icónico museo y la capacidad de gestión de la institución.
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