El Palau de la Música de Valencia se convirtió en el escenario de una velada musical excepcional, donde el trompetista daimieleño Manuel Blanco y el director almanseño Martín Baeza, ambos de raíces manchegas, destacaron por su virtuosismo ante un público que alcanzó casi 1.800 asistentes. La intervención de Blanco, quien interpretó el complejo Concierto para trompeta en Mi Mayor de Hummel, resultó en una ejecución delicada y expresiva, mientras que Baeza, reconocido en Alemania, ofreció una dirección precisa que llevó a la Orquesta de València a un nivel de brillantez, especialmente en la Séptima Sinfonía de Beethoven.
La conexión entre ambos músicos, forjada a lo largo de los años, se hizo evidente en la química que compartieron sobre el escenario, permitiendo a Blanco cautivar al público con un sentido homenaje a las víctimas de la DANA a través de la melancólica Oblivion de Piazzolla. El regreso tras el descanso mostró una orquesta envuelta en la magia de la dirección de Baeza, la cual culminó en una ovación entusiasta. Este evento destacó la necesidad de ampliar las fronteras culturales de Castilla-La Mancha, donde la falta de infraestructuras y programas permanentes de música clásica contrasta con la riqueza del talento que poseen sus artistas, quienes buscan ser reconocidos no solo como ‘extranjeros’ en grandes auditorios, sino como figuras fundamentales de la escena musical.
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