La tradicional procesión del Domingo de Ramos se llevó a cabo en una soleada tarde, marcando el inicio de la Semana Santa en la localidad. El recorrido comenzó en la iglesia de la Soledad, donde la imagen de la borriquita fue el centro de atención, seguida por una multitud de fieles que acompañaban con alegría la celebración. Este evento no solo fue un homenaje a la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, sino también una muestra palpable del relevo generacional en la devoción, ya que los más jóvenes tomaron las riendas al llevar en andas pequeñas y adorables imágenes.
Posteriormente, los niños protagonizaron su propia procesión desde Santa María, llenando las calles de color y risas. Con la inocencia y la alegría propias de la infancia, los pequeños demostraron su entusiasmo por formar parte de una tradición profundamente arraigada en la comunidad. Esta fusión de generaciones durante la celebración resalta la importancia de la tradición religiosa en la sociedad actual, donde tanto mayores como jóvenes encuentran un punto en común para rendir homenaje a su fe.
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