El Papa Francisco ha sido enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma, cumpliendo así con su deseo de ser inhumado fuera del Vaticano, un hecho inédito en 120 años. El cortejo fúnebre llegó al templo tras la misa exequial en el Vaticano, donde participaron líderes mundiales y miles de fieles. El entierro, en contraste, fue una ceremonia privada, asistida únicamente por familiares, cardenales y un grupo seleccionado por el Pontífice, incluyendo a personas en situaciones vulnerables que esperaban con rosas blancas.
La decisión de Francisco de ser enterrado en Santa María la Mayor responde a su profunda devoción hacia este templo, donde se encuentran reliquias y otros papas. Durante la ceremonia, se selló el féretro con símbolos de la Iglesia y se realizó un rito en el que se roció el ataúd con agua bendita. Tras su fallecimiento a los 88 años, el Vaticano ha declarado un luto de nueve días en honor al Pontífice, periodo en el cual se celebrarán misas en su memoria antes de convocar un cónclave para elegir a su sucesor.
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