El presidente ruso, Vladimir Putin, ha captado la atención de Donald Trump al recurrir a demostraciones de poder nuclear, subrayando la importancia de impulsar la influencia política del Kremlin en medio de crecientes tensiones. En un intento por convencer a Washington de revaluar sus prioridades, Putin ha resaltado que la crisis ucraniana no es la única preocupación, aludiendo a la capacidad de Rusia en tecnología armamentista de última generación, como los misiles hipersónicos. A pesar de la reciente cancelación de un encuentro diplomático en Budapest, el mandatario ruso ha intensificado sus movimientos estratégicos, vistiendo su uniforme para supervisar ensayos de misiles nucleares y submarinos no tripulados.
Dentro del círculo del Kremlin, la presión para que Estados Unidos regrese a la mesa de negociaciones es evidente. La reanudación de las pruebas nucleares anunciadas por Trump plantea nuevas fricciones en torno al futuro del tratado START III, cuyo vencimiento se acerca. En Moscú, las voces más beligerantes advierten sobre la necesidad de estar preparados, remarcando que el diálogo no puede ocurrir bajo amenazas de sanciones unilaterales. De cara al futuro, se espera que ambos países reconsideren sus posturas, con los ojos puestos en la estabilidad estratégica y el potencial despliegue de sus arsenales nucleares.
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