La situación en la región rusa de Kursk se torna favorable para las tropas ucranianas, que han mantenido su posición frente a las fuerzas rusas y norcoreanas en un escenario que ha visto una disminución en la intensidad de los combates. Hace dos semanas, la región se había convertido en el punto más caliente del frente, con más de 90 enfrentamientos diarios; sin embargo, el reciente desescalamiento ha permitido a los ucranianos avanzar de forma limitada hacia Berdin y Bolshoye Soldátskoye, aunque los rusos también han recuperado algo de terreno en áreas clave como Sudzha. Analistas destacan que los intentos de Rusia por recuperar el control total de Kursk antes de la investidura de Donald Trump como presidente de Estados Unidos han fracasado, lo que complica aún más su estrategia militar.
Mientras tanto, la presencia ucraniana en territorio ruso les otorga una ventaja en las posibles negociaciones, desafiando a Moscú a aceptar la realidad sobre Kursk. A pesar de enfrentar una intensa presión y tácticas de tierra quemada por parte de las fuerzas rusas, que incluyen bombardeos aéreos y artillería, los ucranianos han logrado contener a cerca de 60,000 soldados rusos, imposibilitando su avance hacia otras áreas del frente. Sin embargo, la situación se complica por actos de brutalidad evidentes contra soldados ucranianos capturados y la continua destrucción de pueblos, lo que busca desmoralizar a las tropas de Kiev.
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